11 octubre 2008

Las Verdades de Trafalgar Square -- Patrick J. O'Donoghue -- 9 al 15 de octubre de 2008

Este mes me topé con dos llaneros. ¡Dos cowboys! El primero se presenta como El Vaquero en Caracas, "A Cowboy in Caracas". Se llama Charlie Hardy y vino a Londres invitado por el embajador Samuel Moncada. Charlie es del estado de Wyoming, EEUU, el cual es famoso por los vaqueros y el ganado. Hardy fue sacerdote en Nueva Tacagua en los años ochenta y noventa. Luego colgó la sotana y se casó. Todavía se siente cura. Recuerdo que era conocido por su lucha a favor de la gente de los barrios. Principalmente buscaba solución definitiva al problema de la vivienda. La mayoría de las personas que vivía en barracas eran damnificadas. Las barracas eran una medida temporal hasta que obtuvieran una mejor solución al problema. Para el Gobierno de entonces la solución era muy sencilla: los dejaba allí permanentemente. Después del Caracazo, Charlie se unió a un grupo de misioneros y activistas que vigilaban las tumbas comunes de las víctimas desconocidas. Escribió un libro en inglés titulado, "Un Vaquero en Caracas". En el detalló la llegada de Hugo Chávez al poder y lo que esto significó para la gente de los barrios. Hardy habló en Londres del choque cultural que sufrió al llegar a Venezuela. Mencionó, por ejemplo, lo diferente que es celebrar la Navidad en Venezuela comparado a EEUU. Los asistentes gozaron los relatos de Charlie sobre las costumbres e idiosincrasias del pueblo. Lamentablemente no hubo mucha asistencia al evento el cual se llevó a cabo en el Bolívar Hall. Sin embargo, la solidaridad en el ambiente era notable. Luego descubrí que el embajador es amigo personal de Hardy desde hace tiempo. Fue a él, como profesor de Historia, a quien Hardy acudió para revisar datos históricos de su libro. Espero que las charlas de Charlie en Sheffield, Leeds y Manchester tengan mejor audiencia. Los cuentos de Charlie y su perspectiva sobre los profundos cambios en Venezuela son de gran valor histórico. El embajador consideró una primicia la presencia de Charlie en el Bolívar Hall. En diez años de Gobierno bolivariano era la primera vez que un norteamericano, y además cura, se dirigía a una audiencia hablando a favor del Gobierno. Entre los asistentes se encontraba Calvin Tucker de la página Web 21st Century Socialism.
El otro vaquero con quien tropecé en la campiña inglesa se llama Miguel Robottom. Es el "Llanero Inglés" que administraba hatos para la compañía inglesa que era dueña de la finca El Charcote. En esos tiempos la compañía se llamaba The Lancashire General Investment Company Limited. Miguel trabajó 10 años en los hatos de Vestey (Agroflora) ubicados en Cojedes, Guárico, Apure y Carabobo. Regresó a Inglaterra en los años sesenta pero todavía puede cantar, bailar joropo y echar cuentos de la vida en el campo de ese entonces. Eran otros tiempos. Llama la atención su alegría al encontrar gente de Venezuela.
Asistí a una charla ofrecida por Alan Woods, líder de la Corriente Marxista Internacional, con el propósito de promocionar su nuevo libro (Reformismo o Revolución:
una respuesta a Heinz Dieterich).
Me llamó la atención la gran cantidad de gente joven que asistió. De acuerdo a los organizadores, había alrededor de cien personas en el Bolívar Hall. Aparte de Samuel Moncada, de la embajada había pocos. El embajador estuvo en el podio al lado de Alan y Rob Sewell, editor de la revista "Socialist Appeal". El embajador inició la sesión señalando la manera que Venezuela está respondiendo a la crisis no sólo económica y financiera sino también ideológica. Destacó que el pueblo venezolano dio al traste con el modelo neoliberal al rechazar su aplicación durante la presidencia de Carlos Andrés Pérez. Esto dio lugar a la matanza del Caracazo en 1989. Desde ese tiempo, expresó Moncada, han surgido nuevas ideas y nuevas interrogantes. Durante su discurso Moncada manifestó que existe una "cortina de hierro" levantada por los medios internacionales en contra de Venezuela. Compartió una observación hecha por Charlie Hardy la noche anterior: los medios internacionales ignoraron las muertes del Caracazo e inflaron las de Plaza Tianamen en Beijing. Moncada también se refirió a la resurrección de la cuarta flota de los EEUU como un hecho de guerra.
Alan Woods parece un predicador de las famosas capillas galesas con su voz profunda y melódica. Es marxista desde joven. Afirma que ha sufrido en carne propia los altos y bajos del activismo. Sus primeras palabras fueron, "¡El marxismo ha regresado!" "¡El Socialismo no ha muerto!" Mientras interactuaba con el embajador como historiador y con la audiencia como activistas, Woods describió a grandes rasgos su discordia con Dieterich. Expresó que no hay nada nuevo en los postulados del catedrático residenciado en México. Los argumentos que Engels empleaba en 1878 para atacar las ideas de Duhring son los mismos de Alan al confrontar a Heinz. Woods proclama que Marx y Engels han dicho todo lo que hay que decir sobre la lucha de clases y los compara a la rueda diciendo que ambos han comprobado su valor y utilidad para la humanidad. ¿Cómo se puede mejorar la rueda? Aunque me tuve que ir antes del final del discurso de Alan, pude seguir la pista de su pensamiento. Comencé a leer el libro que Alan gentilmente firmó. Algo que escuché y que me gustó mucho fue algo respecto a la crisis económica y financiera de EEUU y Gran Bretaña. Las nacionalizaciones que persiguen los gobiernos de EEUU y los de la comunidad europea son para salvar los intereses de clase; no para cambiar nada.
No es más que, ¡Socialismo para los ricos! Alan también mencionó su reciente visita a Venezuela y el breve diálogo que sostuvo con Chávez antes de una cumbre de presidentes en Margarita. Durante su discurso Alan reveló que estuvo presente cuando el presidente Chávez anunció por primera vez que era socialista. Observando la reacción de algunos de los ministros, Woods dijo haber notado que estos no estuvieron exactamente felices con el anuncio.
La revista The Statesman ha publicado una respuesta del director de Human Rights Watch en Londres al artículo de la semana pasada escrito por el veterano periodista, Hugh O'Shaughnessy. El Sr. Thomas Porteus acusa a O'Shaughnessy de tergiversar el informe de HRW sobre Venezuela. Dice que ignora la "evidencia concreta" que la organización presenta en apoyo a su crítica al récord del gobierno en cuanto a derechos humanos. Entre estos, Porteus destaca el aumento del número de sanciones por ofensas en opiniones y en transmisiones, tanto de radio como de televisión, la poca preocupación por la separación de poderes, los ataques a la judicatura independiente, los derechos de los trabajadores de libre asociación, el hostigamiento a activistas de derechos humanos y a la sociedad civil. Porteus confirma que el argumento principal del informe es que Chávez ha "perdido la oportunidad que le fue otorgada en 1998 para fortalecer el imperio de la ley y proteger los derechos humanos". Pienso que O'Shaughnessy no entró en detalle a combatir las declaraciones del informe sino que dio rienda suelta al malestar que sintió al leer el espíritu de este y a lo que percibió como las verdaderas intenciones de sus autores. Como explicó O'Shaughnessy, él tiene años de experiencia con ONGs, desde los años sesenta. Yo he tenido experiencia con ONGs, sobre todo en los años ochenta cuando se observaba una infiltración por parte de gobiernos extranjeros apoyándolas con mucho dinero. Vale constatar que muchos ONGs dependen de ese dinero para subsistir. Ellas al final tienden a no morder la mano de quienes las alimenta. Para terminar, parece que lo que más le molestó del artículo de O'Shaughnessy fue la crítica a lo que dice el informe de HRW sobre Israel y Palestina. Como representante de HRW en Londres, Porteus alega que el periodista no entiende la realidad en el medio oriente y que HRW ha criticado a Israel en muchas oportunidades al igual que a Hamas y a Hezbollah. Porteus termina su repuesta alabando la labor de HRW. Dijo que el mundo ve a la organización como, "investigadores imparciales de abusos contra los derechos humanos y de violaciones de la ley humanitaria internacional, por eso los que forman opinión y toman decisiones nos toman en serio". O'Shaughnessy y muchos de nosotros viejos tomamos a HRW en serio pero no nos gusta la hediondez. El río suena precisamente porque los centros de poder toman a HRW y a Transparencia Internacional en serio. Para ellos el olor es de rosas.
Patrick J. O'Donoghue
patrick.vheadline@gmail.com


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