21 septiembre 2008

“La oligarquía chavista se prepara para sustituir a Chávez”

Para el columnista Carlos Blanco, la creencia de que puede violarse la Constitución y las leyes impunemente es falsa. Lo cuenta hoy en su artículo de este domingo.

Chávez intentó cambiar la agenda política del país y no pudo; el hombre ya no es tan fuerte como antes. La creencia de que se puede violar la Constitución y las leyes impunemente desde el poder y siempre se estará protegido, resultó falsa, como lo demuestran los canarios de Miami. Evo Morales quiso hacer bravatas a la Chávez y ha estado a punto de caerse; la comunidad internacional lo protegió; pero le sacó compromisos que lo apartan (¿temporalmente?) de su tutor. El chavismo sin Chávez hace profesión de fe a su líder; pero, agazapado, se prepara para agarrarlo en su caída; el personaje lo sabe y, por eso, los exprime. Las amenazas a los jefes de medios por parte de la sargentería chavista son amenazas a tomar en serio.

Buena parte del país no le cree a Chávez. No se trata de compartir creencias trascendentales, sino que no se le cree nada de lo que dice. Cuando dice que una mesa es roja, seguramente no es roja y seguramente tampoco es mesa. El Presidente transmite la idea de ser un mentiroso compulsivo capaz de mentir hasta en asuntos en los que no necesita hacerlo.

Hay un problema de gestualidad que sus asesores no han logrado resolver. Cuando mira hacia el infinito, aprieta la boca, le aparece el tic facial, se agarra las manos, y engola la voz, todo el mundo sabe que viene una de vaqueros. El problema es que cuando es más auténtico lo que produce son groserías e insultos. Al expulsar al embajador de EEUU sin duda que se le fueron los tiempos, pero no pudo articular un motivo coherente, salvo el de la solidaridad con Evo. No advierte que si de solidaridad se trata, hace años ha debido expulsar al representante de Washington en solidaridad con Fidel.

El otro caso es el de Antonini, a quien llamó traidor; ¿traidor a qué? Lo cierto es que sólo se traiciona si se ha compartido una causa, ¿estaban Chávez y Antonini en el mismo barco? Tal es lo que indica el Presidente con su turbado insulto al joven emprendedor que demora su vida en Florida. Cuando el hombre no se desboca, miente. Y ya poco parece importar cuando dice la verdad, si es que incurre alguna vez en tal atrevimiento, porque no se le cree. No son los antichavistas los escépticos, sino quienes lo han seguido, que comienzan a tratarlo como un bocón, exagerado.

Por estas razones el tema del magnicidio no cala. Un presidente refiriéndose al proyecto de su asesinato como un magnicidio de manera tan frecuente, no sólo genera incredulidad por la frecuencia, sino por el abuso de lo “magno” y “magnificado”. No se trata de asesinato sino de un “magnicidio” que roza, de tanto decirlo, el “deicidio”. Hablar de esto en primera persona es demasiado tropical y exuberante.

El personaje no pudo cambiar la agenda y el maletín sigue allí, dando tanta información como las computadoras de Raúl Reyes.

Los jóvenes empresarios presos en Miami de tanto hacer dinero no tuvieron tiempo de leer historia contemporánea. Todas las tramas salen; todas. Hace pocas semanas, dos de los más terribles y sanguinarios generales argentinos del período de la “guerra sucia”, después de un cuarto de siglo de sus fechorías, fueron condenados a cadena perpetua. Radovan Karadzic estuvo fugitivo desde 1996 y este año fue capturado en su disfraz de San Nicolás. Pinochet manejó a Chile como le dio la gana entre 1973 y 1990; salió de la presidencia todopoderoso hasta que en 1998 fue arrestado en Londres y desde entonces hasta su muerte, en 2006, vivió acosado por la justicia y por las demandas de los familiares de sus víctimas. La impudicia del poder requiere redes muy vastas y cuando se descose por una puntada mal dada, se deshace sin remedio.

Chávez cree en la impunidad del poder, para lo cual busca en éste su eternidad. Imposible; no puede. Unos autócratas duran más y otros menos, pero no son eternos, y en el mundo globalizado la eternidad es más corta y angosta. Los mismos que hoy lo vitorean, mañana, “sorprendidos”, dirán que si hubieran sabido eso no lo habrían apoyado y se le voltearán, y le dirán que es culpable de sus desgracias. No hay secretos a tres; mucho menos, secretos que requieren la participación de la estructura podrida de Pdvsa, la Vicepresidencia, las jerarquías policiales, la inteligencia militar y uno que otro asomado. Absolutamente todo se sabrá. Siempre habrá alguno que cuente.

Es difícil que a Evo Morales lo tumben con un golpe militar. Eso no existe así en el mundo globalizado. No parece viable ni con Evo ni con Chávez, porque el aislamiento internacional es insoportable. Si no se cree, pregúntenle al criminal de Zimbawe, Robert Mugabe, que con todo su poder se ha visto obligado a nombrar primer ministro a Morgan Tsvangirai, jefe de la oposición.

La rápida respuesta de los presidentes latinoamericanos tiene tres acotaciones: primera, no hay golpes de estado de éxito probable; movidas criminales como los golpes de 1992 en Venezuela no parecen tener posibilidades de éxito. Segunda acotación: a los presidentes ahora no se les depone a través de golpes sino de complicados mecanismos constitucionales o tengan la apariencia de constitucionalidad; entre 1985 y 2005 han sido depuestos 15 presidentes de la región. Tercera: el apoyo no es gratis; a Evo le impusieron que se apartara de las políticas de Chávez y negociara con la oposición; a eso se comprometió. Puede que Evo no lo haga o que la oposición boliviana no lo asuma, pero así lo impusieron Lula y Bachelet que agarraron la sartén por el mango. Las impertinencias de Chávez dieron la oportunidad a militares bolivianos para elevar la voz.

La oligarquía chavista aparenta lealtad a su líder pero se prepara a sustituirlo. No son sólo las maniobras del gobernador de Miranda y sus compañeros de proyecto, sino un hecho objetivo que consiste en que el descontento de la burguesía bolivariana se está adosando a quien parece tener más posibilidades de agarrarle la caída al Jefe. Los comunistas se agrupan con Chávez mientras esta burguesía lo hace con Diosdado Cabello; los civiles de izquierda, allá; y los militares de derecha, acá.

Las amenazas proferidas por Cabello y Bernal contra Alberto F. Ravell, Miguel Henrique Otero y Andrés Mata no son meras proclamas. Significa que los lugartenientes del Führer le han indicado a sus huestes quiénes son los enemigos a buscar en caso de que haya una rebelión social que no puedan controlar. Se ve que se preparan para ejercer crudamente la violencia si el gobierno se vuelve inmanejable.

El 23N, la rebelión social, y los prontuarios que circulan por el planeta, se han convertido en el fantasma que arrulla los desvelos trastornados del Generalísimo.



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