13 septiembre 2008

Para nadie es un secreto la intención del presidente Chávez cuando se trata del bienestar de las clases más necesitadas

Para nadie es un secreto la intención del presidente Chávez cuando se trata del bienestar de las clases más necesitadas, tampoco es un secreto la aspiración del presidente en cuanto a que todos los ciudadanos disfruten de un nivel de vida y una educación que al menos pueda catalogarse de decente y digna.


Mucho menos puede dudarse de la admiración y respeto que siente el líder de la revolución por el padre de la patria y su pensamiento. Y todo esto en conjunto nos hace reflexionar acerca de las razones que puedan existir en la mente del primer mandatario nacional al momento de dirigirse a la audiencia, en un mitin o bien a través de las cámaras de televisión.

La noche de ayer nuevamente tuvimos un ejemplo de lo que es el abuso del lenguaje por parte del señor presidente.

En medio de la algarabía de quienes le escuchaban, Hugo Chávez llamó al embajador de EEUU y a todos sus compatriotas “Yankees de mierda” y los mandó al “carajo”.

No voy a discutir la veracidad o no de la afirmación presidencial, como tampoco pretendo descalificar las razones que haya tenido para expresar su desagrado marcado hacia el representante de la diplomacia estadounidense en el país, creo que Hugo Chávez tiene sobradas razones para decir unas cuantas cosas sobre los EEUU y su gobierno.

Sin embargo, cuando el presidente afirma “lo que pedimos es respeto?” pienso que debe guiar con el ejemplo.

Hace años escribí que utilizando apodos y epítetos, que la decencia hace impublicales, para referirse a la dirigencia política estadounidense hacían un flaco servicio a Hugo Chávez en lo personal y a la revolución en lo general. Para exigir el respeto que reclama, Hugo Chávez debe comenzar por respetar las más elementales normas de la diplomacia. No es lo que se dice sino cómo se dice.

“Moral y luces son los polos de una república, moral y luces son nuestras primeras necesidades” dijo Bolívar ante el congreso de Angostura en 1819. Cuando necesario es hoy que se sigan las palabras del libertador, más allá del simple discurso. Al pueblo se le educa, no necesariamente con palabras rebuscadas, pero sí mostrando el respeto que se debe a los otros para poder exigir que se nos respete.

Cuando Hugo Chávez aparece ante el mundo expresándose en la forma que lo hizo, se muestra como un matón de barrio, como un pica pleitos y no como el Jefe de Estado de la patria de Bolívar, aquel hombrecito a caballo que con su hablar educado y su fina pluma fue tan eficiente y eficaz como lo fue con la espada y la estrategia militar.

Hahnemann Coll
hahnemanncoll@gmail.com

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