18 septiembre 2008

Alfredo Toro Hardy // ¿Hasta cuándo las crisis financieras?

La globalización ha estimulado fuertemente la volatilidad de los mercados financieros internacionales y por extensión la estabilidad económica mundial. Bajo la cobertura de la moderna tecnología de las comunicaciones y de la información, y bajo el ambiente de desregulación prevaleciente, las bolsas de valores movilizan diariamente cantidades difícilmente comprensibles para la mente humana. Lo hacen a través de instrumentos bursátiles cada vez más complejos y arriesgados que no buscan otra cosa que la riqueza rápida.

La situación anterior tiene su origen en la consolidación de vastos reservorios de inversiones, que han de ser manejados bajo enormes presiones competitivas para obtener beneficios en el corto plazo. Tal competitividad impone límites de tiempo demasiado cortos como para permitir la maduración de las inversiones productivas. Esto se combina de manera simbiótica con la visión de corto plazo de las empresas, que sometidas a la dictadura de los informes financieros trimestrales, persiguen la rentabilidad inmediata a expensas de sus fortalezas estructurales. El resultado de ello no es otro que el abandono de las inversiones productivas, mediante fórmulas que posibilitan la creación de dinero sin la consiguiente creación de valor. Cada vez más la economía financiera de nuestros días recuerda a las célebres burbujas especulativas del pasado, como la de los bulbos de tulipán en el Amsterdam de 1637 o a la de la Compañía del Mississipi en el París de 1720.

En los últimos lustros los mercados financieros han atravesado por un conjunto sucesivo de crisis intensas, como resultado de esa situación. Las mismas han incluido, entre otras, la de las divisas europeas durante 1992-93, la crisis del peso en México en 1994, la crisis asiática en 1997-98, la crisis rusa en 1998, la crisis de los fondos "hedge" en 1998, la crisis de la Nueva Economía a partir de abril del 2000 o la crisis argentina en 2001-2002. Hoy vivimos la que posiblemente sea la más grave de las últimas décadas: la de las hipotecas "subprime". Iniciada hace poco más de un año, ésta se nos presenta cargada de sorpresas por venir. En todas estas ocasiones la economía mundial se ha encontrado frente a efectos bola de nieve, que han amenazado salirse de control y aplastar todo a su paso. Es la resultante inevitable de una economía mundial profundamente entrelazada.

Una de las características más notables de este estado de cosas, es el poco significado que asume la tradición. Las fuerzas liberadas del mercado a escala mundial no admiten rezago o error de ninguna especie, aun cuando estos provengan de quienes hasta poco tiempo antes lo dominaban. Nombres paradigmáticos del mundo de las finanzas como Lehman Brothers, Merrill Lynch, AIG o Bearn Stearns pueden ser arrastrados por la marea sin la menor consideración.

Hoy más que nunca se hace realidad lo dicho por George Soros, patriarca de las finanzas internacionales, hace unos años: "Los mercados financieros son inherentemente inestables y susceptibles de colapsar, a menos que la estabilidad sea introducida como un objetivo implícito de política gubernamental" (Byron Wien y Kriztina Koenencon, George Soros, Nueva York, 1995). Es hora de que los gobiernos comiencen a regular y a concertarse.

Alfredo Toro Hardy
altohar@hotmail.com

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