01 agosto 2008

Una carta de Alfredo Toro Hardy

Una carta de Alfredo Toro Hardy

Estimado licenciado Salazar:
Luego de muchos años de figuración pública he logrado desarrollar piel de cocodrilo en lo relativo a los ataques que se
me formulan. De hecho, dentro de la oposición cuento con algunas personas que parecieran haber asumido el descalificarme en los términos más agresivos, como una suerte de misión de vida. Entre éstos podría citar a Gustavo Coronel, que semana a semana lo hace despiadadamente. Similar suerte corren mis artículos semanales de prensa. No importa de qué
tema escriba, siempre puede leerse en “Noticiero Digital” la legión de críticas soeces que se me lanzan por mi adscripción
al chavismo. Sin embargo, debo reconocer que un ataque que provenga de usted es algo que sí me duele. Duele porque
a usted lo respeto mucho y porque considero que lo que dice es injusto.
En primer lugar, señala usted que está Embajada hizo lo posible por obstaculizar el viaje del Presidente a España. Lo cierto es que nos correspondió la muy difícil labor de buscar conciliar la rigidez española con la informalidad venezolana. Y créame que no fue tarea fácil. Como tampoco lo fue la preparación logística y documental que acompañó a esta visita presidencial.
En segundo lugar, menciona usted mi predilección por los círculos nobiliarios europeos. De hecho, si alguna predilección tengo es con los círculos intelectuales y académicos. Si se tomase usted el tiempo de averiguar mi trayectoria de vida se daría cuenta de que la misma ha girado, esencialmente, en torno a estos intereses. Dieciséis libros publicados en materia de relaciones internacionales y varios premios ganados, amén de una larga carrera académica, constituyen lo más importante de mi ciclo vital.
¿Le parece a usted que alguien que ha dedicado su vida al estudio y a la seriedad intelectual,
reúne el perfil de un cultor de los personajes de la revista “Hola”?
¿Sabe usted lo difícil que resulta escribir un libro siendo embajador?
¿Tiene idea a qué hora de la madrugada me tengo que levantar para que me dé tiempo de escribir tres horas todos los días?
Por lo demás, mis escritos reflejan mi pensamiento y desde hace veinte años vengo criticando duramente la economía de mercado y defendiendo el nacionalismo político y económico. Le agradecería consultar cuál ha sido la trayectoria de mi pensamiento, pues fue en función de la misma que el presidente Chávez me llamó a colaborar con él. Seguramente me confunde usted con otra persona. Mis únicos contactos con la nobleza europea han sido con los reyes de España y de Gran Bretaña, ante quienes he tenido que presentar mis credenciales como embajador.
En tercer lugar, señala usted que como señor feudal, traje conmigo a una tropa de asistentes y de personal doméstico a Madrid. En realidad sólo traje de mi anterior destino a un mesonero y a una cocinera. Eso porque la Residencia de la Embajada en Madrid estaba acéfala de personal doméstico y el mismo resulta indispensable para hacer frente a las obligaciones de relaciones públicas que se le plantean a una Embajada. De hecho, un embajador debe estar permanentemente invitando a desayunar, almorzar o cenar a formadores de opinión pública, políticos, funcionarios públicos, sindicalistas, intelectuales, artistas, académicos, empresarios, etc. De hecho, esta es una de las tareas más fastidiosas pero más necesarias que desarrolla un embajador. Y aquí en España, donde el gobierno bolivariano está rodeado por un infranqueable
círculo de animadversión, esa labor es indispensable.
En cuarto lugar, señala usted que por conflictos de extraña índole la recepción del 5 de julio debió ser suspendida. En realidad se optó por no ofrecer un coctel porque se juzgó que ese dinero podía ser mucho mejor utilizado, programando y financiando una semana de actividades políticas y culturales. Así las cosas, preferimos traer de Francia y Gran Bretaña, y costear la estadía aquí, de Jack Lang, ex ministro de Cultura y Educación de Francia entre 1980 y 2000 y una de las figuras prominentes de la intelectualidad y el socialismo europeo; de Tony Benn, ex ministro de varias carteras en los gobiernos laboristas británicos y prohombre del Partido Laborista británico y a Bernard Cassen, ex director de “Le Monde Diplomatique”, director de la Fundación Memoires de Luttes y fundador de la Facultad de París VII. Todos ellos, junto con otros intelectuales y políticos españoles, participaron en foros de apoyo al gobierno bolivariano y dieron su aval público al presidente Chávez. También financiamos, con el dinero de la recepción, actividades culturales, trayendo a Madrid al Grupo Trabuco y a algunos distinguidos hispanoamericanistas de las universidades de Córdoba y Valencia.
¿No le parece a usted, que es un hombre serio y racional, que mucho más importante eran estas actividades que el servir licores y pasapalos?
En anexo me sirvo remitirle la relación de esa semana de actividades, así como su repercusión en la prensa. Le pedí a mi gente de prensa que le enviara los dos últimos ejemplares del periódico mensual que publica la Embajada. Ellos le podrán dar una idea de que en esta Embajada se lucha por superar el cerco mediático que enfrenta el gobierno bolivariano.
¿Le parece a usted que esa labor se puede ejercer sin convicción política?
Quizás sería útil también que releyera usted lo dicho en su propio diario por la Columna de Trafalgar, donde periódicamente se reseñaban las actividades que desarrollaba en Londres.
¿Objetivamente puede usted creer que la labor de penetración que se desarrolló allí ante los
sindicatos, la Alcaldía de Londres, los parlamentarios laboristas, verdes y escoceses, la intelectualidad y los sectores académicos británicos, hubiese podido ser llevada a cabo por un representante de la IV República como usted me califica?
Sé que es usted un profesional serio. Apelo a su seriedad para que lea con objetividad lo que le he escrito aquí.
Un saludo respetuoso,
Alfredo Toro Hardy



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