Traducido por Jesús Nery
Mientras existen personas que de verdad se preocupan por el bienestar de TODOS los venezolanos y el éxito de la revolución como un todo, no sólo son los corruptos los que nos recuerdan la plaga que afecta a América Latina desde tiempos inmemoriales, también encontramos la absoluta intolerancia interna hacia la crítica, que debería ser la mejor arma que la revolución podría tener para mejorar y resolver cualquier problema que pudiera surgir.
Al contrario, los críticos dentro de las filas revolucionarias son tratados como escoria, como enemigos de la revolución, como parias, por sus propios compañeros.
Ser parte de la revolución es reconocer los errores y corregirlos, ser revolucionario es rechazar la corrupción y sus autores sin importar quiénes sean. Ser un revolucionario significa señalar todo lo que esté mal, de la misma manera que lo hacemos cuando algo está bien, al poner el interés de Venezuela antes que los nuestros y entender que el bienestar de todos y cada uno de los habitantes de Venezuela lo beneficiará a uno mismo.
Tristemente vemos diariamente que aquellos que se llaman revolucionarios dilatando a la misma revolución y derrochando grandes cantidades de tiempo y energía defendiendo pequeñas parcelas de poder mientras la contrarrevolución está haciendo lo suyo con todas las herramientas a su alcance.
Veo que la revolución se está desmoronando a pesar de los desinteresados esfuerzos de aquellos que realmente se preocupan, aquellos que diariamente dan lo mejor de sí por Venezuela y la revolución.
- No es sólo la corrupción. Para apelar al que observa la revolución debe demostrar que es mejor que otras opciones.
En cambio, lo que vemos es un montón de tipos declarando aquí y allá, desacreditando a todos aquellos que no piensan como ellos, cayendo en el juego de la CIA en vez de promocionar una verdadera batalla de ideas y propuestas. Tenemos una izquierda que se ha quedado en los 60 y no ha entendido que deben haber cambios rápidos para que todo el proceso sobreviva.
El problema no es Globovisión o lo que dice, el problema es lo que nosotros decimos o lo que hacemos, o más importante, lo que no decimos y lo que no hacemos.
La cuarta república cayó por la total falta de respeto que mostró la elite política hacia el pueblo venezolano, no porque los actuales líderes demostraron ser mejores que los anteriores. Es un error asumir que los malos hábitos de la cuarta república desaparecieron con la llegada de Hugo Chávez, al contrario, la lucha debe ser frontal y despiadada con todos los medios democráticos contra la corrupción y la ineficiencia, no hay excusa válida.
El problema es ¿realmente contamos con los líderes que actuarán de esa forma?
- Siento que son cada vez menos, pero merecen nuestra cooperación.
Lo más seguro es que lo único que lograremos será nuestra propia satisfacción personal por hacer lo correcto ... para algunos de nosotros eso es lo más importante.
Hahnemann Coll
hahnemanncoll@gmail.com
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