04 agosto 2008

Earle Herrera: El prestigio de la mentira

Las mentiras se vienen devaluando al punto de que ya pocos las creen.
Al perder su capacidad de engaño, que es su esencia, terminan por ser cualquier cosa menos mentiras. En este desprestigio de tan poderosa arma, los medios de comunicación han jugado un papel tan decisivo como lamentable. Después del amor y la guerra, en este orden, son precisamente los medios el espacio donde la mentira alcanza los más altos niveles de eficacia. Es aquí donde ha desarrollado múltiples artimañas para venderse como su contrario, es decir, la verdad. Manipulación, amarillismo, distorsión, sensacionalismo, fragmentación, información dirigida, son algunos de los mecanismos para sembrar la mentira en las conciencias ciudadanas. La sicología, la publicidad, la propaganda le prestan sus técnicas para vestirse de lo que no es y lucir mejor de lo que suplanta. Los medios, sin embargo, específicamente en el caso de Venezuela, al terminar de creerse sus mentiras, es decir, al asumirlas como verdades, empezaron a descuidar sus técnicas y mecanismos de simulación y de mentirosos, que es una forma cultivada de engañar, pasaron a convertirse en embusteros, que es una forma burda y baja de mentir. Ya no disimulan ni cuidan sus mentiras, por lo que las mismas son de muy corta duración. Desde que Hugo Chávez llegó al poder, podría hacerse una biblioteca completa con los embustes mediáticos, sólo que al principio lo hacían con cierto cuidado profesional, lo que incluso les mereció algunos premios internacionales, como el 'Rey de España'.

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