23 mayo 2008

El venezolano ¿complaciente o indolente?

Seguir hablando de los vínculos que unen a Colombia no pasa de ser un lugar común. Todos sabemos de su existencia histórica. También de lo complejo de esas relaciones. Nuestros niños lo supieron siempre porque desde la primaria se les hablaba de esa historia común. Y hasta los ignorantes tienen un conocimiento exacto de la misma porque la ha programado el habla popular. Y debe ser ahora más conocida cuando por boca de nuestro presidente, en Venezuela no existen analfabetas y se puede leer más y mejor. Por eso no se entiende la tirantez existente. A no ser porque quienes integran el gobierno ajenos a la sociología, la historia y la economía, se han empeñado en distorsionarlo todo. De otra manera todo será inexplicable. Como lo es el hecho de que nos hayamos acostumbrado a aceptar situaciones que lesionan el patrimonio moral, económico y social del país. Tales como el cambio de la programación escolar, hasta lo inimaginable de graduar bachilleres en dos o tres años y lapsos aberrantes. ¿Qué será de la universidad venezolana? ¿Tendremos confianza en los bachilleres y médicos graduados de semejante forma? Pero, además, existe una situación grave de toda gravedad: la presencia de cubanos al frente de organismos policiales, o en cargos de inteligencia, medios educacionales y de salud. Porque mientras se habla de soberanía la nuestra ha sido vulnerada, transgrediéndose todas las leyes y la propia Constitución. ¿Es acaso eso aceptable? Se ha dicho que el pueblo venezolano es amante de la libertad, de la paz y del sentido humano de la comprensión. También digno en su manera de vivir.

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