12 junio 2008

Jorge Lepage Camejo -- Cambio

El título de esta columna fue el lema de campaña, que permitió al senador Barack Obama, lograr, en una reñida competencia, la nominación demócrata, a la senadora Hillary Clinton.

Es justamente esa palabra, CAMBIO, en apariencia sencilla, la que tiene profundas implicaciones que hacen, muchas veces, que la transformación de actitudes y comportamientos, sea un proceso lento y, lamentablemente, en algunos casos infructuosos. Los nuevos tiempos exigen cambios y toca al mundo político interpretarlos para llevarlos adelante de manera efectiva y con resultados saludables para la sociedad en su conjunto. Eso lo está haciendo el candidato Obama, frente a una sociedad tan conservadora como la norteamericana, y está logrando éxitos, ¿acaso no es un gran salto, en positivo, que un político negro, en una sociedad de fuertes connotaciones racistas sea el candidato con grandes posibilidades de ganar la carrera presidencial de ese país?

Justamente en nuestro país también se está viviendo un proceso de cambio, que en su oportunidad Chávez logró interpretar y pudo, de esa manera, ganar las elecciones de 1998. Pero además de ganar esas elecciones ha logrado mantener, a lo largo de 10 años un nada despreciable nivel de popularidad.

Seguramente algunos dirán que ya no tiene la misma popularidad de antes y, que además viene bajando en las encuestas. Eso es cierto, pero el punto no es ese. La cuestión está en que Chávez cambió la forma de hacer política en Venezuela y pareciera que la oposición no ha logrado entenderlo cabalmente y, actuar en consecuencia. Y, precisamente, el no haber interpretado ese cambio, de manera contundente, es, paradójicamente la misma fortaleza que permite a Chávez, a pesar de 10 años de gobernar de manera torpe y casi esquizofrénica, mantenerse en una posición de fortaleza frente a sus adversarios políticos.

Como todos sabemos, estamos en un proceso de conformación de las candidaturas que competirán en las próximas elecciones del 23 de noviembre. Es la aspiración de todos aquellos que nos ubicamos en la oposición, que esas candidaturas sean profundamente unitarias y, que las mismas logren interpretar el sentimiento de cambio que albergan los venezolanos. Cambio que no signifique el de una cara por otra pues eso sería una victoria pírrica. Necesitamos refrescar la política, apartar la mañosería para darle paso a los liderazgos emergentes que renueven la confianza de la gente en su dirigencia política. Las decisiones se tienen que basar no en el cabildeo oportunista o en intereses particulares. En política el interés particular no, necesariamente, refleja el interés colectivo; más bien la individualización de la política puede conducir a la profundización de la crisis que actualmente vive nuestro país. De ti depende.

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