26 junio 2008

Alfredo Toro Hardy // ¿Podría Obama?

La impopularidad de Estados Unidos ha tocado techo. Algunas de las razones serían éstas: Ninguna potencia hegemónica precedente había evidenciado un nivel tan bajo de compromiso con respecto al sistema internacional que lidera. Su rechazo al Protocolo de Kyoto, a la Corte Internacional de Justicia y al Tratado Misilístico Antibalístico, su indiferencia frente a las normativas de la ONU y su no pago de las cuotas de esa organización, han sido algunos pocos ejemplos. Con sólo 5 por ciento de la población mundial Estados Unidos es responsable, aproximadamente, del 25 por ciento del impacto al medio ambiente mundial. Sin embargo, su renuencia al Protocolo de Kyoto ha sido proverbial.

Se trata de una potencia que utiliza en su propio beneficio el control que detenta sobre la economía mundial. EEUU financia su propio crecimiento y su déficit fiscal por vía de los ahorros del resto del mundo, abusando del privilegio de señoraje que deriva el poseer la divisa líder. Deja caer su moneda para aumentar sus exportaciones y reducir su déficit de cuenta corriente, lo que constituye la salida fácil frente a la necesidad de poner su casa en orden. Es decir, reducir su déficit fiscal y aumentar sus niveles de ahorro doméstico.

En el ámbito comercial Estados Unidos explota a plenitud la relación asimétrica con sus contrapartes. A comienzos de 2007 Washington había instrumentado o completado negociaciones bilaterales de libre comercio, iniciadas durante los siete años precedentes, con catorce países y tenía negociaciones pendientes con once más. En todas ellas ha hecho sentir el peso de su condición dominante, sobrepasando los términos establecidos por la Organización Mundial de Comercio.

La estabilidad del orden internacional es subordinada a las exigencias de su interés nacional. Tal como decía el entonces ministro alemán de Relaciones Exteriores Joschka Fisher, en ocasión de la invasión a Irak: "Un orden mundial en el cual el interés nacional del poder dominante es el criterio para la acción militar, no puede funcionar". Estados Unidos ha buscado recubrir su "propósito estratégico" particular bajo el manto de la seguridad colectiva.

Su búsqueda de seguridad militar absoluta se transforma en inseguridad absoluta para todos los demás. Su poder bélico es dos veces y media superior al de sus nueve posibles adversarios combinados. Su presupuesto militar, siempre en expansión, no sólo alcanzará pronto la mitad de todos los gastos militares del planeta, sino que Estados Unidos se ha adentrado a la militarización del espacio sideral.

Su falta de consideración y acatamiento al derecho internacional es evidente. Su doctrina de acción preventiva contradice la Carta de las Naciones Unidas que prohíbe "la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado". A la vez, condiciona su firma al Tratado constitutivo de la Corte Internacional de Justicia a la sustracción a sus fuerzas armadas de la jurisdicción de aquella. Guantánamo, el rapto y encarcelamiento encubierto y extrajudicial de personas sospechosas de terrorismo, son algunos ejemplos adicionales.

¿Podría un Obama revertir esta situación?

Alfredo Toro Hardy
altohar@hotmail.com



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