por Obed Juan Vizcaíno Nájera
Cuando lo vimos enfrentar a Mc. Cain, entonces era como una especie de hombre blanco con alma de negro. En su acento y en su discurso no se notaba la cadencia del acento de los verdaderos afro-americanos. Sus palabras y gestos eran en ese momento el de un intelectual de izquierda blanqueado por la mediación de la formación universitaria que posee y que muchas veces no pueden tener muchos afroamericanos en los Estados Unidos.
El hecho que sea un hombre de color, no nos garantiza ninguna posibilidad de cambios políticos en los Estados Unidos, de esto tenemos prueba en el comportamiento de Collin Powell y Condolezza Rice. La malinche en más de una ocasión ha salido a relucir en la mujer descendiente de los negros esclavos de las plantaciones del sur y en el heredero de los inmigrantes jaimaquinos que llegaron a los Estados Unidos en busca del sueño americano.
Recuerdo en estos casos en un parlamento que escenificaba el personaje de la Cebra de la película Madagascar cuando decía: "No se si soy una cebra blanca con rayas negras o una negra con rayas blancas". En esta disyuntiva nos coloca el sr. Obama, porque no sabemos si es un hombre blanco con alma de negro o un hombre negro con alma de blanco. El color de la piel no es elemento suficiente para afirmar que las cosas van a cambiar en los Estados Unidos.
Tan solo nos convencería un cambio radical y profundo en la política imperial norteamericana, el levantamiento del embargo a Cuba, la eliminación de la Cárcel de Guantánamo, la retirada de las tropas en Irak y Afganistan, el retiro inmediato del apoyo a la dictadura de Alvaro Uribe en Colombia, la Extradición de Posadas Carriles, la liberación de los cinco heroes antiterroristas cubanos, la independencia total y absoluta de Puerto Rico y el encarcelamiento por innumerables crímenes de guerra de George Bush y todos sus halcónes y perros de la muerte, entre tantos pasos que debería emprender Barack Obama como muestra de querer demostrar que en verdad desea un cambio en la política norteamericana.
¡El pueblo nunca olvida!
Obed Juan Vizcaíno Nájera
obedvizcaino@gmail.com
Maracaibo-Venezuela
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