22 noviembre 2008

Cantar en tierra propia, ¿Se hace imposible para la Teología de la Liberación hoy?

Cantar en tierra propia, ¿Se hace imposible para la Teología de la Liberación hoy?
¿Cantar canciones del Señor en tierra extraña?
(Salmo 137: 4)
Lo que en el campo de la política está aconteciendo en la America latina, pareciera que ha dejado sin palabra y sin acción a amplios sectores fundamentales de la izquierda tradicional y de la Teología de la Liberación en nuestro continente. Lo político ha caminado más rápido en el camino de la liberación de los pueblos, que otras manifestaciones que fueron emblemáticas en las luchas sociales en otras décadas pasadas y que han caído en el letargo, en la desesperanza y en la conformidad.

Sectores emergentes de diversos grupos sociales, han tomado la vanguardia de la lucha por la liberación de los pueblos, dejando muchas veces a amplios sectores de la izquierda tradicional y a la Teología de la Liberación, sin banderas y sin un accionar propio y acorde co los acontecimientos históricos que suceden en nuestros países.

Lo mismo ha sucedido con sectores que tradicionalmente se han identificado con la Teología de la Liberación, han asumido una actitud crítica en contra de los procesos que vive actualmente nuestro continente. Ellos y ellas, al no lograr capitalizar los procesos políticos que vive nuestro continente, se han dado a la tarea de descalificarlo y de aliarse inexplicablemente con las fuerzas de derecha que los adversa.
En Venezuela, los exponentes más importantes de la Teología de la Liberación, estaban representados en sectores católicos y en comunidades eclesiales de base con fuerte influencia de los Jesuitas. En el sector protestante estaban presentes en comunidades, pastores y líderes, de las Iglesias llamadas históricas, aunque en los actuales momentos hay pequeños e importantes expresiones de la Teología de la Liberación en Iglesias Presbiterianas, Luteranas, Anglicanas, Evangélicas. Debemos reconocer que siguen presente y con fuerza en la Unión Evangélica Pentecostal de Venezuela (UEPV), quienes han mantenido con constancia el trabajo con las comunidades mas pobres del occidente de nuestro país.
Mucha gente, sobre todo en las Iglesias llamadas históricas del protestantismo, que se identificaba en Venezuela con la Teología de la Liberación, ha sufrido un cambio inexplicable, que solo se puede interpretar como una conversión de fe hacia la derecha, que los ha llevado a oponerse con vehemencia e irreflexiblemente, al proceso de cambio que se está dando en Venezuela y en gran parte de la America Latina.
No pudieron cantar debidamente y a buen tono en nuestra tierra, cuando se le consideraba el traspatio del imperio. Ahora no pueden cantar, porque se acostumbraron tanto a su silencio, que extrañan los tiempos de las ollas llenas de carne y cebollas, de la dominación política, ideológica y económica, del imperio sobre nuestros pueblos.

Es que la lucha liberadora de algunos sectores de la Teología de la Liberación en Venezuela, no pasó a ser más que una serie de usos de clichés de algunos personajes notables, que promocionaban su propia imagen o la de sus grupos y de los textos que ellos y ellas escribían y que se vendían y discutían en ciertos sectores religiosos elitescos y poco permeables.

Este mismo proceso, se dio, según sus características ideológicas y políticas particulares, en ciertos sectores de intelectuales en la izquierda tradicional venezolana. Ya lo Decía Paulo Freire, que el oprimido retrata en su mente la imagen del opresor. Ellos y ellas, al ver que los procesos revolucionarios se están dando, gracias a Dios, sin su concurso, asumieron una actitud que primero fue de desconfianza, luego pasó a ser de abierta traición y violencia, aliándose con los sectores más reaccionarios de la derecha endógena y con el imperialismo.
Los nuevos sujetos que emergieron en el quehacer de la política latinoamericana, dejaron sin banderas ideológicas a amplios sectores políticos tradicionales. A estos, no les quedó otra acción mas, que aliarse a muchos grupos de la oposición liderada por las derechas en muchos de nuestros países.

Solo les quedó a los antiguos exponentes de la Teología de la Liberación en Venezuela y en muchas partes del continente, aliarse con la derecha y a muchos otros grupos extremistas o simplemente guardar un inexplicable silencio, en la supuesta esperanza de llegar a rescatar su rol de intelectuales, para seguir analizando desde un supuestamente marxismo inocuo y domesticado, a la sociedad capitalista opresora, pero sin combatirla, sin cambiarla.

Ellos y ellas, hicieron ineficaz al texto bíblico y a las aspiraciones de los pueblos a ser libres. Traicionaron el pensamiento y la acción de todos aquellos y aquellas que murieron en manos de los regimenes de fuerza o supuestamente democráticos que gobernaban a nuestro continente. Con esa traición se hicieron cómplices, se les ha secado la mano derecha y se les han pegado sus lenguas a los paladares.

América latina sigue siendo tierra extranjera para muchos sectores políticos y religiosos que una vez se identificaron con la Liberación.

Ciertos sectores de la Teología de la Liberación, siguen percibiendo a la America Latina como tierra extraña. No han querido o no han sabido entender que aun en ese tiempo que vivimos la cautividad babilónica, a la cual nos sometió como pueblo el imperialismo, Latinoamérica era y sigue siendo nuestra tierra. Se concibieron a si mismos como extranjeros, esclavos y exilados y perdieron toda esperanza de liberación.
Pasaron a convivir con los opresores, a cambio de beneficios, una universidad por aquí, un obispado por allá, una escuela, una fundación, una ONG, algo que les permitiera sobrevivir ensimismados, como una clase intelectual especial más, o en medio de las clases sociales mas privilegiadas como pedagogos de nuevos opresores o de las nuevas generaciones de políticos de derecha.

Se convirtieron en una especie de elites de intelectuales que encerraron a la Teología de la Liberación en los corrales de los encuentros estériles y de poca trascendencia de algunos privilegiados o privilegiadas, con formación académica en los mejores Seminarios o Universidades de nuestro continente y de Europa.

La Teología de la Liberación que nace de la reflexión y praxis de las comunidades pobres de nuestro continente, quedó prácticamente prohibida para quienes le dieron origen y verdadera trascendencia. Por lo menos así lo creyeron ellos, los intelectuales. El Pueblo, hombres y mujeres de todos los niveles, le fueron dando otro sentido y otros significados a los procesos de liberación que trascendieron por necesidad histórica, cultural y social, los limites de las organizaciones eclesiásticas en los cuales estuvieron en una especie de cautividad.

Ellos y ellas, los teólogos de la liberación tradicionales, se percibían como en tierra extraña, porque permitieron que la propaganda del imperio los doblegara. En la profundidad de su pensamiento, en su conciencia jugaron durante varias décadas a la política del Gatopardismo: "Cambiar las cosas para que no cambien nada". Paradoja expuesta en la novela El Gatopardo, del escritor italiano Giuseppe Tomaci Di Lampedusa (1896-1957).

La cita original expresa: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".
-"¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado".
-"…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está".
Desde entonces, en ciencias políticas se suele llamar gatopardista al político, reformista o revolucionario que cede o reforma una parte de las estructuras, para conservar el todo sin que nada cambie realmente (Lampedusa, Giuseppe Tomaci Di El Gatopardo. Buenos Aires: Longseller, 2002).

La Teología de la Liberación tiene la obligación de definir su ethos, en esta Latinoamérica que construye su camino de liberación.

La voz y sentimiento de la Teología de la Liberación, no pueden seguir siendo la voz y sentimiento del salmista del Salmo 137. No se puede seguir esperando pasivamente al Mesías o Mesías que vengan a destruir al imperio. No podemos mantenernos en el balbuceo y en el llanto doloroso y sin sentido de quienes se sentaban a las orillas de los ríos de Babilonia a esperar a un Mesías que les liberara.

No podemos hoy, sentarnos a las orillas del Amazonas, del Orinoco o de cualquier otro río nuestro a esperar que nuestra liberación caiga del cielo o la construyan otros y otras. El pueblo todo, es el artífice o Mesías verdadero de su propia liberación.

Es urgente, que la Teología Latinoamericana de la Liberación, comience a construir su Ethos, para que pueda tener un punto de partida que la ubique a la altura de los acontecimientos que están sucediendo en toda América latina.

Tiene que romper el silencio impuesto por una intelectualidad indigna, que se ha aliado con los centros de poder y con las oligarquías en todo nuestro continente. El nuevo Ethos debe significar, en este nuevo nacimiento de la Teología de la Liberación, la residencia, morada, lugar donde se habita, pertenencia y pertinencia.

Debe tener, la Teología de la Liberación, un nuevo punto de partida, en este caso decimos que es la Latinoamérica actual. Este nuevo pensar la Teología de la Liberación, no puede ser forzosamente concebida bajo los mismos paradigmas que la caracterizaron en tiempos pasados, que la llevaron al silencio cómplice, en el cual cayó en las décadas de los ochenta y noventa, en busca de prebendas que la llevaron a perder su rol protagónico en estos procesos de liberación latinoamericanos.

Quedó enclavada metodológicamente, la Teología de la Liberación, en el episodio del Éxodo, sin darse cuenta que ya el pueblo había llegado a la entrada de la tierra prometida, al tiempo esperado de la Liberación. Es por eso que ha muchos antiguos intelectuales de la Teología de la Liberación, no se les ha permitido ni se les permitirá, sino ver a esa Nueva America, ese Mundo Otro desde la distancia.

Toca ahora poner a la Teología de la Liberación, a tono con las Teorías del Socialismo del Siglo XXI, para que verdaderamente rescate su rol de Teología Endógena, criolla y sin mediaciones de ningún tipo del quehacer teológico tradicional noratlantico. Debemos concebir al pueblo de Dios, desde la perspectiva del Nuevo Testamento, desde el mismo momento de la encarnación del Dios de las bienaventuranzas y desde el caminar de la Iglesia de los Hechos de los Apóstoles.

Ahora, la teología de la liberación, debe comprender que el pueblo de Dios ya no se enfrenta a inofensivos e inmóviles dioses de piedra, madera o yeso, con bocas silenciadas, oídos sordos y ojos ciegos. Ahora, la idolatría que hay que enfrentar, es la idolatría todopoderosa del mercado, de la globalización, del consumismo, del militarismo. Ya no son simples becerros de oro, ahora nos enfrentamos a un imperialismo que se presenta militar e ideológicamente, como "cristiano", "civilizador" y como luchador por la "verdad y la democracia".

Se derrumbaron los impotentes ídolos de pies de barro, ahora nos enfrentamos directamente, como en los tiempos apocalípticos, al mismo Satanás y a sus bestias representadas en las trasnacionales y en los gobiernos del mundo "noratlantico y desarrollado".

La Construcción del Ethos de la Teología de la liberación, es la necesidad de reconstruirse a si misma como Teología Bíblica y pertinente, que tenga voz y acción válida, en nuestra realidad actual, en la Latinoamérica que lucha por su liberación y su integración como patria grande.
Debe superar la Teología de la Liberación, aquellos viejos esquemas que no le permitieron asumir el rol liberador que Dios le había asignado en décadas pasadas, porque fueron expropiados hábilmente de la mano del pueblo, por grupos de profesionales y libres pensadores de la teología profesional.
La Teología de la liberación, debe reconocer otros protagonistas que no tenían la fuerza que tienen hoy en la construcción de los procesos liberadores de nuestro continente. No es que no los conocía, sino que no tenían la relevancia que tienen hoy.

Entendemos al Ethos, como la Construcción de un Nuevo punto de partida, el despertar al otro y a la otra, que percibimos igual o diferente a nosotros y nosotras, a la toma de conciencia de nuestro entorno geográfico, cultural y social. Es el fundamento de la Praxis, algunos lo definen como la raíz de donde nacen todos los actos humanos. No es coincidente que sea este concepto el que de origen a la ética como ciencia y como conducta de los seres humanos.

Por eso concebimos la construcción del Ethos de la Teología de la Liberación, como la definición necesaria y pertinente de su lugar y su tiempo (despertar a su Kairós), la apropiación de los nuevos paradigmas políticos e ideológicos y la construcción de nuevos referentes bíblicos (Epistemología liberadodora), debe tener una actitud antiimperialista, un compromiso con el desarrollo endógeno, debe reconocer a otros nuevos actores, mas allá de los tradicionales reconocidos en la antigua praxis de la Teología de la Liberación.

Todo intento de reconstrucción de la Teología de la liberación, debe estar inmersa en la concepción de un nuevo Ethos, o punto de partida epistemológico y praxiológico, que la ubique en concordancia con los acontecimientos políticos, ideológicos, culturales y económicos, que están sucediendo en Venezuela, en nuestro continente y en el mundo.

Para la Teología de la Liberación actual, es mas apropiado el texto del Salmo 30, cuando en su explosión de alegría dice:
Señor, yo te alabo porque tú me libertaste,
porque no has permitido
que mis enemigos se burlen de mí.
Señor, mi Dios,
te pedí ayuda, y me sanaste;
tú, Señor, me salvaste de la muerte;
me diste vida, me libraste de morir.
Ustedes, fieles del Señor, ¡cántenle himnos!,
¡alaben su santo nombre!
Porque su enojo dura un momento,
pero su buena voluntad, toda la vida.
Si lloramos por la noche,
por la mañana tendremos alegría.
Yo me sentí seguro, y pensé:
"Nada me hará caer jamás."
Pero tú, Señor, en tu bondad
me habías afirmado en lugar seguro,
y apenas me negaste tu ayuda
el miedo me dejó confundido.
A ti, Señor, clamo;
a ti, Señor, suplico:
¿Qué se gana con que yo muera,
con que sea llevado al sepulcro?
¡El polvo no puede alabarte
ni hablar de tu fidelidad!
Señor, óyeme y ten compasión de mí;
Señor, ¡ayúdame!
Has cambiado en danzas mis lamentos;
me has quitado el luto
y me has vestido de fiesta.
Por eso, Señor y Dios,
no puedo quedarme en silencio:
¡te cantaré himnos de alabanza
y siempre te daré gracias!
Rev. Obed Viscaino
obedvizcaino@gmail.com
Maracaibo-Venezuela

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