12 febrero 2008

Franz J. T. Lee: Estrategia y Tácticas Socialistas para el año 2008

El Profesor de la Universidad de Los Andes (ULA) Dr. Franz J. T. Lee escribe: Muchos de nosotros consideramos que hacer algo, actuar, o la acción por sí misma, es mucho más útil que pensar o el pensamiento. Otros sugieren que no deberíamos torturar a las pobres y humildes masas con ideas complicadas, con teorías complejas. Lo que olvidamos es que estamos alimentando la ignorancia de las masas, que ha sido esparcida estratégicamente por nuestros gobernantes a lo largo de milenios. El pensar y el pensamiento son dones intelectuales que originalmente son familiares a todos los miembros de la humanidad; en nuestra juventud todos nosotros fuimos excelentes filósofos; perder esta capacidad teórica es perder la revolución socialista, es agonizar lentamente, es desaparecer en el olvido fascista globalizado. De hecho, tanto la acción como el pensamiento son los dos lados dialécticos naturales y sociales del vivir humano, de la vida humana sobre este planeta.

En un mundo de relaciones amo-esclavo, generalmente el amo es el que piensa y nosotros, los esclavos asalariados, hacemos el trabajo; nosotros laboramos, producimos ganancias y poder para nuestros amos. Toda la historia de Venezuela, hasta el día de hoy, puede servir como la verificación científica de esta simple verdad. A nosotros, como trabajadores físicos, no se nos ha enseñado a pensar, a ser socialmente conscientes, desarrollar una conciencia proletaria de clase. Este no es (ni nunca ha sido) el objetivo de la educación, religión y cultura de la clase dominante para los esclavos, siervos y asalariados, como tampoco de todos los gigantescos medios y aparatos de comunicación.

Como humanos contamos con todas las capacidades, en latencia y en tendencia, en posibilidad y en realidad, para hacer y pensar de este planeta, este sistema solar, un mejor lugar para vivir y el mejor de los tiempos en los cuales vivir. Sin embargo nosotros, como trabajadores venezolanos, como clase explotada, estamos atrapados en un proceso de trabajo globalizado, un mercado mundial, en el cual las parásitas clases dominantes nos explotan, dominan, discriminan, militarizan y alienan, en un mundo que se está convirtiendo en un infierno, en un monstruo capitalista, que amenaza con devorar la especie humana y toda la vida sobre este planeta con armas de destrucción masiva y la conflagración nuclear.

El Aporte teórico del Marxismo a la revolución proletaria

Una cosa es segura, no necesitamos sentarnos en la biblioteca del Museo Británico de Londres y estudiar la quintaesencia explotadora del capitalismo por 40 años con el fin de conocer cuál es su negación dialéctica, su otro lado, su mismo opuesto, es decir, comprender lo que es el socialismo científico y filosófico. De hecho Marx y Engels, todos marxistas globales, ya hicieron este excelente trabajo por la Revolución Bolivariana.

El capitalismo no es particular, local, nacional, es internacional, está globalizado. Como tal debe estudiarse, confrontarse y aniquilarse, por las únicas clases sociales que tienen un verdadero interés de clase en su total eliminación; es decir, los trabajadores unidos del mundo, organizados y guiados por una nueva lógica, ciencia y filosofía, viviendo el marxismo que no sólo interpreta el mundo, sino que por medio de la práxis y la teoría lo cambia, lo emancipa.

Seguramente existe un número infinito de ideas, políticas, planes y programas para liberar el mundo, sin embargo, la única verdadera negación del capitalismo global fue (y está siendo) producida por el propio capitalismo, desde sus orígenes como modo dominante de producción moderna, como marxismo. Por esto es que Marx, el marxismo, el socialismo y el comunismo son odiados globalmente por aquellos que afirman el capitalismo, por los perros guardianes del imperialismo corporativista, por las religiones mundiales patriarcales, por sus ortodoxos jerarcas oligárquicos, y además por el McCarthismo, el estalinismo, el liberalismo, la democracia burguesa, el gandhismo, el nacionalismo radical, el socialismo nacional, todas las caricaturas de socialismo, el sionismo y el Apartheid. Esto es evidencia suficiente para darse cuenta qué fuerza tan poderosa para la revolución fueron, son y serán el socialismo y la emancipación; en otras palabras, el marxismo, hasta que el último remanente del capitalismo sea eliminado por la lucha global de clase.

Realmente se trata o bien de realizar el socialismo o de hundirnos en la más oscura de las barbaries, es decir, la destrucción total, o ninguna de las dos, sino “cruzar el Rubicón” y salvarnos a nosotros mismos de las punzadas y colmillos del trabajo y el capital, hacia la creatividad y creación humanas.

Es innecesario subrayar que, estratégicamente, esto último es nuestro quo vadis. Tácticamente, es nuestro aquí y ahora capitalista, el conocimiento práxico y teórico; es decir, el conocimiento revolucionario científico y filosófico conforma un punto de partida razonable para planificar nuestra estrategia emancipatoria en todos los campos económicos, políticos, sociales y militares en Venezuela.

Debido a todas estas razones, es pertinente para nosotros aprender de las luchas de clase marxistas algunas excelentes verdades acerca de estrategias a largo plazo y tácticas diarias a corto y mediano plazo en el moderno combate revolucionario globalizado.

Estas verdades y realidades deben estudiarse, modificarse, actualizarse tecnológicamente, enriquecerse científicamente y lanzarse de nuevo por todos nosotros, por la Revolución Bolivariana, como la actual contribución filosófica hacia la revolución mundial permanente.

Todavía estamos muy lejos de este objetivo, pero podemos aproximarnos a esta meta a una velocidad inmensa si tan sólo descartamos todas las supersticiones, religiones mundiales patriarcales, dogmas y doctrinas ideológicos, si descartamos nuestro mortal anti-socialismo, anti-marxismo y anti-comunismo, que han sido martillados sin misericordia en nuestros delicados e inocentes cerebros a lo largo de los últimos siglos.

La memoria revolucionaria histórica

Refrescando nuestra memoria histórica, en la mayoría de las revoluciones del siglo XX podemos notar una gigantesca discrepancia entre la fortaleza cuantitativa y cualitativa de las clases oprimidas que estuvieron comprometidas en el cambio social radical y las luchas de clase.

En África del Sur, por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XX, los movimientos de los Congresos de los pueblos africanos (encabezados por Nelson Mandela y otros) tenían el apoyo de millones de africanos empobrecidos y fueron liderados por activistas liberales, pacifistas y reformistas, que frecuentemente enarbolaban consignas marxistas, logrando fama internacional, pero no desarrollaron ni podían desarrollar una práxis y teoría revolucionarias, un programa emancipatorio para África del Sur.

Por otro lado, en la tradición de la Convención Africana y el Movimiento Unitario de Sudáfrica, excelentes marxistas y trotskistas revolucionarios estuvieron analizando los temas nacionales y de la tierra, haciendo excelentes contribuciones a los problemas de organización, de construcción de un partido socialista revolucionario de vanguardia y a la construcción del socialismo en África del Sur.

Sin embargo, nunca lograron fortaleza cualitativa, nunca pudieron capturar la imaginación inmediata de las masas oprimidas, nunca pudieron transformar la teoría revolucionaria en práxis concreta de largo plazo y en poder proletario material. De hecho, por muchas décadas hemos perdido a la revolución sudafricana, a pesar del hecho que las condiciones económicas de los pobres de Sudáfrica hoy en día son peores que antes, aun bajo la explotación del apartheid.

La realidad verifica que en Sudáfrica nunca tuvimos una ‘lucha de razas’, sino que siempre fue una lucha de clases dentro del capitalismo. De esto deberíamos darnos cuenta en Venezuela. Nuestro más grande enemigo en Venezuela, al que debemos tumbar, es el capitalismo; para hacer esto sólo existe un arma, la lucha de clases emancipatoria contra la violencia y el terror de la clase dominante por medio del orden social.

Como ya lo explicó León Trotsky, dentro del contexto del desarrollo histórico igual, desigual y combinado, comencemos nuestra aproximación emancipatoria global con el poder, la táctica y la estrategia de los trabajadores, con un enfoque clasista de la fortaleza revolucionaria proletaria contemporánea, con las ideas y acciones de Lenin, el genio marxista de la práxis y teoría revolucionaria en la época de la descomposición del capitalismo.

La revolución bolivariana, debido a que es transhistórica, forma parte integral de todas las deliberaciones que hacemos aquí. El poder de la clase dominante nos destruye, tenemos que conquistarlo con fuerza emancipatoria, tenemos que desmantelar su poder capitalista destructivo y erradicar el poder del capitalismo global para siempre, reemplazándolo con creatividad natural y creación humana.

La fortaleza cualitativa y cuantitativa del actual proceso emancipatorio

Primero, con el fin de desarrollar tácticas y estrategias concretas para la venidera etapa decisiva del socialismo bolivariano en Venezuela y América Latina, tenemos que resaltar el problema revolucionario de la fortaleza cualitativa y cuantitativa del actual proceso emancipatorio en Venezuela. En la lucha de clases, ¿por qué fluctúa el poder revolucionario? ¿Por qué las masas de la clase trabajadora venezolana reaccionan y actúan en el 2007 de manera diferente al 2002? Basados en las experiencias al hacer la Revolución de Octubre de 1917, dejemos que Lenin nos explique este problema.

A lo largo de todo el siglo XX, con pocas excepciones, estuvimos (y todavía estamos) ante el hecho que aunque muchas organizaciones y partidos políticos socialistas y marxistas verdaderos han hecho contribuciones teóricas revolucionarias que mantienen su validez hasta el día de hoy; ellos han sido incapaces de alcanzar una base popular masiva para la revolución permanente, mientras que otros movimientos pacifistas, liberales y democráticos que estuvieron (y siguen estando) mucho menos inclinados hacia la teoría revolucionaria, así como también las organizaciones con esta orientación ideológica, lograron su objetivo de manera definitiva. Uno se pregunta cuáles pueden ser las causas subyacentes.

¿Podemos lograr una revolución socialista sin un punto de vista mundial filosófico, sin teoría revolucionaria?

¿Sólo es suficiente el accionar, el activismo o la práctica revolucionaria para tumbar al imperialismo mundial? ¿Pueden las caricaturas del socialismo detener el fascismo mundial?

Los catecismos, oraciones, sermones de la montaña, mandamientos, consenso de clases, alianzas de clases, comisiones de la verdad, diálogos con el enemigo de clase y una revolución pacífica, ¿harán el trabajo por nosotros? ¿Podemos lograr una revolución socialista mundial exitosa sin la práxis y la teoría del marxismo, de la negación del capitalismo? ¿No es el marxismo el latido de corazón dialéctico del socialismo?

¿Por qué en Venezuela y en otras partes los líderes reaccionarios que pregonan el anti-comunismo, el activismo ciego, el consenso de clase, el pacifismo democrático y quienes lanzan comisiones de la verdad, diálogos contrarrevolucionarios y consumismo capitalista utilizando propaganda fascista en sus medios de comunicación masiva internacionales, logran semejante éxito en persuadir las mentes de los trabajadores y campesinos explotados, dominados y discriminados, de una manera tan fácil?

¿Qué es lo que falta en los movimientos de masas de los trabajadores?

En este contexto, las ideas de Lenin en 1901-1902, antes de organizar la Revolución de Octubre, justo antes de la fundación del marxista ‘Partido Social-Demócrata Ruso’, son extraordinariamente instructivas. Al igual que Rosa Luxemburgo, Lenin investigó muy cuidadosamente la relación entre la espontaneidad de las masas trabajadoras y la política económica, por un lado, y por el otro la relación entre la espontaneidad de las masas y la teoría y práxis revolucionaria bajo condiciones de una aguda represión en los países no metropolitanos económicamente débiles, por ejemplo, en el Imperio Ruso.

Lo que nos concierne a nosotros en Venezuela, en relación a la introducción del ‘Socialismo del Siglo XXI’, son las principales tesis de Lenin. Derivado de las condiciones específicas de su época llegó a la conclusión lógico-dialéctica que los movimientos espontáneos de masas de la mayoría de las clases trabajadoras oprimidas no asumirían un carácter marxista revolucionario sino más bien tenderían hacia una política de conciencia sindical (democrático-burguesa).

Por lo tanto, ¿Qué falta? ¿De qué carecemos?

En cuanto a las actuales relaciones y conflictos de clase latentes entre los sindicatos de trabajadores y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), es imperativo hacer notar que los dos procesos históricos en el capitalismo, en Europa, el socialismo científico y filosófico (la negación dialéctica del capitalismo, es decir, el marxismo) y el crecimiento espontáneo de los movimientos obreros surgieron inicialmente de manera bastante independiente entre sí.

En su obra ‘¿Qué hacer?’ (1902) Lenin describió el socialismo como un resultado natural e inevitable del desarrollo de la acción y el pensamiento político moderno entre la intelligentsia revolucionaria y los trabajadores conscientes en la sociedad capitalista global.

El socialismo no es un invento o una equivocación de un sólo genio. Es el producto histórico del propio capitalismo. Nació como parte intrínseca del capitalismo, como su negación, y desaparecerá cuando el capitalismo desaparezca en el olvido. La obsolescencia del socialismo, del marxismo, será la agonía de muerte del propio capitalismo. Ambos todavía están muy vivos en esta época de la globalización.

El aporte marxista de Lenin

Según Lenin, meros movimientos activistas espontáneos de los trabajadores, sin embargo, pueden llevar muy fácilmente al estancamiento mental y a la violación psicológica como resultado del eterno bombardeo de la añeja ideología, religión, cultura y moralidad de la clase dominante.

Como ya sabemos, hoy día todas estas armas sofisticadas de destrucción masiva, del holocausto mental, cuentan con una estructura más variada y sus propios creadores cuentan a su disposición gigantescos medios y recursos, medios de comunicación internacionales, educación lógico-formal, relaciones amo-esclavo, para perpetuar los intereses de la clase dominante. Al contrario que los obreros y sus organizaciones, los capitalistas cuentan con arsenales inconmensurables de guerra psicológica, más medios para la diseminación de propaganda contrarrevolucionaria, mecanismos represivos, intrigas, engaños descarados y grandes mentiras.

Lenin postuló que la tendencia hacia la conciencia sindical, en vez de una conciencia de clase, hacia la liberación dentro del marco capitalista, dentro del explotador proceso de trabajo, debe combatirse de dos maneras interconectadas, de manera de permitir que los movimientos obreros espontáneos y el socialismo científico y filosófico se fundan en un solo movimiento combativo proletario-revolucionario.

Él lo enfatizó así: primero, replantear la teoría revolucionaria en su justa proporción y sometiéndola a una revisión práxica constante; y segundo, intensificar la información y agitación científica revolucionaria entre las masas explotadas y dominadas; no sólo con el objeto de exponer las condiciones económicas de vida, sino también lograr una educación política total de las masas.

Contra el pasado control fascista de la educación, la revolución bolivariana, por medio de sus ‘misiones’, ha logrado un tremendo paso hacia adelante en esta dirección.

La relevancia para Venezuela de la posición de Lenin descansa en el hecho:

(a) que los movimientos espontáneos de masas de los oprimidos (huelgas, levantamientos, marchas, etc.) simplemente no pueden igualarse mecánicamente con una política revolucionaria, o con una consciencia de clase trabajadora, y

(b) que tales actos espontáneos, resultados de una coyuntura específica, apuntan a que posibilidades concretas de una ciencia y filosofía marxista se divorcien de la práxis revolucionaria, volviéndose práctica e ideología burguesa, siempre que la doctrina que evolucione de ellas ya representa un ‘programa completamente formulado’ (de un grupo de intelectuales, que es pasado a las masas desde arriba). Según Lenin, como una lección para nosotros, tales posibilidades reformistas sólo pueden combatirse mediante la unidad de la lucha teórica, económica y política establecida conscientemente.

El peligro de que la práxis se divorcie de la teoría es considerablemente alto

1. La teoría revolucionaria debe comprobarse aquí en una nueva situación que difiere considerablemente de las condiciones europeas o asiáticas; lo cual quiere decir que primero debe concentrarse en un análisis de la realidad venezolana y latinoamericana para que no degenere en mero dogmatismo y se vuelva una caricatura del socialismo verdadero (que es la negación científica del capitalismo); lo cual abriría la posibilidad emancipatoria de un éxodo de este orden mundial.

2. Durante el siglo XX muchos marxistas en Venezuela, Cuba y América Latina tuvieron grandes dificultades al tratar de traducir sus modernos análisis en una efectiva ilustración y agitación de las masas y al desarrollar métodos, tácticas y estrategias adecuadas para la emancipación global.

3. Por lo tanto, en el pasado el problema fue que la teoría revolucionaria tuvo que mantener su independencia y fortalecerse contra las influencias ideológicas que surgían de las alianzas tácticas con otras clases sociales; especialmente con el campo democrático-liberal.

4. Las órdenes permanentes desde arriba, claro está, provocan la represión de los impulsos espontáneos y de una sana reflexión sin censura.

El impacto combinado de estos cuatro factores ha desacelerado, hasta ahora, una efectiva práxis y teoría socialista de los trabajadores venezolanos, la condición sine qua non para la urgente formación de un verdadero partido socialista de vanguardia que tiene la tarea histórica de llevar a la revolución bolivariana más allá del reformismo democrático-burgués, hacia la victoria socialista emancipatoria global.


De no ser así, como en otras partes, este impacto fatal podría dividir al movimiento revolucionario en Venezuela en dos o más partes; y preparar el camino para una fácil victoria contrarrevolucionaria o para una devastadora guerra civil, semejante a la de la vecina Colombia.

Seguramente la falta de reflexión teórica sin base en la práxis revolucionaria también equivaldrá en Venezuela a una ritualización de la teoría marxista, y esto no le servirá al socialismo. Basándonos en principios científicos y filosóficos, en la era de la globalización, debemos desarrollar nuevas teorías para hacer frente a una nueva realidad.

Sin embargo, esto tiene que ver con innovar el marxismo, lo que no quiere decir lanzarlo al basurero de la historia, ni «reformarlo» en un sentido revisionista, para evitar que se recoja al azar cualquier ideología anticuada para darle un nuevo impulso al capitalismo.

En el siglo pasado el tema agrario y nacional sin duda representaban los problemas más importantes del cambio revolucionario en las colonias y semi-colonias. El hecho que haya sido imposible resolver estos problemas, que afectan a la mayoría de los pueblos del sur hasta el día de hoy, se debe a la persistencia de los latifundios feudales y al imperialismo oligárquico en nuestras tierras.

En todos los países explotados de Asia, África y América Latina, como en la atrasada Rusia pre-revolucionaria, la gente que trabajaba en la agricultura formaba la abrumadora mayoría de la población nacional. En todas partes fueron explotados y oprimidos por el imperialismo, aunque el grado de su explotación pudo diferir; dependiendo de su nivel inicial de desarrollo y las prioridades de los intereses foráneos.

Ahora bien, ¿qué hay de la estrategia de formación de alianzas en la lucha revolucionaria? ¿Con cuáles clases podemos formar alianzas?

En su obra ‘Revisión del Programa Agrario del Partido de los Trabajadores’ Lenin comenzó a reflexionar acerca de lo deseable de forjar una alianza entre el pequeño proletariado y el inmenso campesinado pobre de Rusia. Considerando la debilidad de la enana lumpen-burguesía, en 1906, Lenin argumentó que la revolución democrático-burguesa contra el feudalismo sólo podía ganarse por medio de una alianza de trabajadores y campesinos; por lo tanto, sus logros y progreso sólo podía garantizarse si las dos clases actuaban conjuntamente.

Está claro que los obreros, las clases trabajadoras, juegan un papel central en la revolución socialista. Asimismo, no puede formar ninguna alianza con una clase dominante explotadora.

Como una excepción, podría forjarse una alianza con las clases medias bajas, bajo el liderazgo supremo del proletariado.

Aun después que el proletariado conquistó el poder en Rusia en 1917, Lenin todavía consideraba al campesinado, especialmente al proletariado rural, un aliado importante. Aunque, claro está, enfatizó (luego de rechazar la teoría de dos fases para Rusia, para hacer primero la revolución democrática-nacional, y luego la socialista) el papel principal del partido del proletariado durante la revolución democrática.

Para defender la revolución socialista, Lenin no buscó alianzas en las privilegiadas clases dominantes altas, y no tuvo interés en crear nuevas clases políticas. Él argumentó que la estabilidad del poder de los trabajadores sólo podía lograrse por medio de la actitud positiva de los campesinos hacia el Estado revolucionario y su activa colaboración.

En cuanto a la estrategia revolucionaria y la reforma constitucional él no abogó por una rígida expropiación de toda la propiedad privada en manos de los campesinos, sino por la repartición de todas las tierras confiscadas a los grandes hacendados y terratenientes. Él advirtió, sin embargo, contra la aplicación dogmática de esta política de manera generalizada ya que sólo la consideraba aplicable para las específicas condiciones rusas.

Desde el mismo principio, sin compromisos y de manera categórica como un marxista revolucionario, Lenin vio a la Revolución de Octubre esencialmente como una revolución anticapitalista, anti-imperialista, socialista. Durante la I Guerra Mundial ni siquiera los ataques imperialistas de una docena de países capitalistas pudo parar su marcha hacia el socialismo. Él no pensó que una nacionalización exitosa sería posible en las áreas rurales hasta después que la industria nacional se reorganizara sobre la base de la industria pesada colectiva, tomando en cuenta los logros más recientes en la tecnología moderna. Él sostuvo que no debía ganarse a los campesinos por medios coercitivos sino con ‘la fuerza del ejemplo’.

En cuanto a las alianzas políticas revolucionarias con varios grupos y clases sociales oprimidas, con el fin de auspiciar la revolución socialista, este asunto es realmente complejo e imperativo. El campesinado en Europa durante las Edades Oscuras, los campesinos de Argelia descritos por Frantz Fanon y los actuales campesinos de Venezuela, un país productor de petróleo, son realidades distintas que pertenecen a ciertas épocas históricas. Sus funciones sociales y revolucionarias también varían. Asimismo, una cosa es una alianza electoral para conquistar el poder político dentro del status quo económico capitalista y defenderlo democráticamente, y otra cosa es construir un partido socialista revolucionario de vanguardia para desarrollar las estrategias defensivas de los trabajadores, para formular un programa histórico para establecer una sociedad socialista a escala nacional, continental e internacional.

Marx ya lo dijo: las ideas dominantes de cada época son las ideas de las clases dominantes. Quien ejerce el poder económico y político también controla la educación, la información, la socialización y las ideas acerca de la realidad.

Aquello que las palabras y letras supuestamente describen, lo que realmente debe pensarse, teorizarse, cambia constantemente dentro del proceso de trabajo, dentro de la acumulación terrorista de capital económico, poder político y violencia social; es decir, la muerte planetaria por medio del orden social, del orden estatal.

Por lo tanto, dentro de la lucha diaria, por razones estratégicas, las ideas, pensamientos y las teorías revolucionarias deben ser concisos, incisivos y precisos. En términos de dialéctica socialista, el no explicarle a las masas electorales un concepto como el de ‘la propiedad’ puede tener resultados mortales para las reformas constitucionales y los referendos nacionales.

Este sólo concepto es central en relación a las alianzas revolucionarias durante las severas luchas de clases como las que acontecen en este momento en Venezuela y en América Latina.

En este contexto, los enfoques trans-históricos de Lenin y Trotsky en cuanto a los conceptos e interpretaciones revolucionarias precisas son realmente fundamentales para Venezuela. Las diferencias analíticas entre estos dos revolucionarios en relación al asunto de las alianzas no surgieron sobre la necesidad de establecer una alianza entre el proletariado y el campesinado ruso, ya que esto fue algo lógico y necesario.

La controversia se desató en torno al grado de independencia de los campesinos, su capacidad de organizar la lucha de clases permanente, y el liderazgo y la composición de la vanguardia. Lenin sobreestimaba la capacidad de organización revolucionaria del campesinado.

Para Trotsky y como fue explicado en su obra ‘La Revolución Permanente’, el hecho de que los campesinos, especialmente en Rusia, en el pasado hayan sido incapaces de establecer un partido ‘antiburgués-revolucionario’, fue un indicador de su titubeante actitud revolucionaria, que no auguraba nada bueno en el largo recorrido por organizarse en contra del orden feudal y capitalista.

Esta advertencia de Trotsky es importante, ya que en la mayoría de las revoluciones del Tercer Mundo sus enfoques fueron verificados científicamente. Esto no tiene que ver con arrogancia política, ni con discriminación o degradación de ningún grupo social de los ‘condenados de la Tierra’; sean los pigmeos, el pueblo khoisan, los indígenas, los negros o los buhoneros.

Especialmente en los países del sur, devastados por siglos por el imperialismo, las clases sociales no están tan bien definidas; a tal punto que una se sobrepone a la otra. Como en Europa, aquí en nuestros países, a lo largo de los siglos, las clases sociales no fueron producidas por medio de la acumulación originaria del capital, sino como resultado de la introducción forzada del capitalismo y como víctimas del imperialismo.

Diversos factores determinan nuestras específicas formaciones de clases sociales, nuestra participación en las luchas de clases de los trabajadores en la época de la globalización. En la Sudáfrica del Apartheid, por ejemplo, las clases sociales se formaron por medio de la legislación racista. A lo largo de las últimas dos décadas una nueva clase dominante casi-burguesa negra, se formó a raíz de la necesidad del capital internacional de ampliar su mercado interno y fortalecer el consumo en Sudáfrica para evitar una gigantesca explosión social que pudiera dar al traste con el orden capitalista mismo.

La Revolución Bolivariana tiene que evitar a toda costa que algo similar pase aquí en Venezuela. Es extremadamente difícil hacer un análisis de clase preciso y científico para el caso de Venezuela y de todos los países latinoamericanos; sin embargo y si queremos ser exitosos, habrá que intentarlo, ya que es fundamental para nuestra práxis y teoría revolucionaria.

Aunque en algunos casos sí podemos estar de acuerdo con Trotsky en que generalmente los campesinos tienen poco éxito construyendo poderosos movimientos o partidos políticos a largo plazo, y que no son capaces de completar las revoluciones sociales; tenemos que considerar que en Cuba, Bolivia, México, China, Vietnam y en otras partes del mundo, el campesinado no puede descartarse como fuerza revolucionaria y socio central en las alianzas estratégicas de los pueblos oprimidos.

De manera similar, no todos los sectores de la clase media-baja, no todos los estudiantes ni todos los académicos e intelectuales (a quienes se les suele acusar de estar sentados en una torre de marfil) son reaccionarios por definición; y no se les puede descartar a priori como posibles aliados políticos.

Sin embargo, según Lenin y Trotsky, en vísperas de la Revolución de Octubre, esto sólo es válido si ellos aceptan el liderazgo de los trabajadores y si ellos categóricamente identifican sus intereses de clase con las de la clase trabajadora. Igualmente, los intelectuales de otras clases sociales, por ejemplo, Frantz Fanon, el Ché Guevara o Fidel Castro, por motivos morales o humanistas, pueden cometer suicidio de clase y decidir correr la misma suerte que todos los laboriosos trabajadores del mundo.

A este respecto, el hábito poco científico de adscribirle al campesinado de todos los países ‘subdesarrollados’ de una manera generalizadora, discriminatoria e irresponsable, una ‘mentalidad pequeño-burguesa’ tal como se le reprochó en su momento al campesinado de Rusia, es simplemente inadecuado.

Hoy día, más que nunca, semejante método no-dialéctico falla en tomar en cuenta las condiciones concretas, las peculiaridades sociales, esto es, las formas específicas de explotación, la verdadera existencia de las clases y luchas sociales y el nivel de conciencia en un país dado.

Todo esto debe ser aprehendido con una memoria histórica, es decir, aprendiendo de nuestras propias luchas anti-coloniales, de nuestras guerras de independencia y todos nuestros experimentos revolucionarios, sociales y socialistas del pasado y del presente.

No somos salvadores, redentores, santos o profetas autoproclamados. Podemos cometer errores teóricos; pero, sin embargo, científicamente, la práxis revolucionaria al saber la verdad concreta, siempre corrige a la teoría; que una vez más genera niveles más altos de práxis revolucionaria.

Ya entonces, hace casi un cuarto de siglo, en relación a los países productores de petróleo, y específicamente Venezuela, estratégicamente Franz Lee señaló el problema del petróleo y la lucha de clases a escala global. Ahí afirmó:

“La crisis petrolera o energética del capitalismo mundial, todavía nuestro principal modo de producción contemporáneo, es una medida precisa de la severidad de las crisis dentro del sistema económico internacional (que es básicamente capitalista), indicativo de sus contradicciones internas. También es una regla para medir el éxito emancipatorio del ‘trabajo’ a escala global. La vital importancia del petróleo para el desarrollo capitalista es bien conocido; también para la construcción socialista, especialmente en los países del ‘Tercer Mundo’. Así, los explotados en los países productores de petróleo ganan una relevancia emancipatoria dentro de la lucha de clases nacional e internacional; ellos adquieren una tarea revolucionaria histórica, especial. En resumen, ‘el internacionalismo de la lucha de clases en el ámbito petrolero es la vanguardia de una solidaridad mucho más amplia’.” 2)

Así pues, estratégicamente, explicó Lee las futuras tareas históricas de una futura Revolución Bolivariana en Venezuela y América Latina.

Lenin insistió que los trabajadores activos, progresistas y su liderazgo deberían formar el núcleo revolucionario de un partido socialista de vanguardia de los trabajadores. Debe ser de, por y para los trabajadores. Debe organizarse por los trabajadores mismos y estar a su servicio. Claro está, otros sectores pueden unirse a la lucha, pero sólo si ellos fomentan y apoyan los intereses y metas de clase de los proletarios.

Ahora, según Lenin, ¿cuándo tenemos una situación revolucionaria? ¿Ahora tenemos una revolución social en Venezuela, podemos conquistar el poder social? En resumen:

“Una situación revolucionaria, es decir, la posibilidad de conquistar el poder social existe cuando se consigue la asimilación de las acciones entre la vanguardia revolucionaria de los trabajadores y las masas, y cuando al mismo tiempo la conciencia política de la vanguardia se ha convertido en conciencia revolucionaria.

Esto significa que al fin la revolución social tiene una práxis y una teoría, y se ha convertido en una revolución socialista, en el sentido marxista.” 8)

Seguramente, aunque estemos politizados, aunque hayamos hecho tremendos sacrificios y hayamos trabajado duro para nuestra preparación revolucionaria, lo arriba mencionado todavía no es el caso de Venezuela; puede volverse una realidad en el 2008, pero sólo bajo la guía de un verdadero partido socialista de vanguardia.

Claro está, aquellos trabajadores quienes están al frente de la lucha de clases en Venezuela contra sus amos explotadores y quienes están adquiriendo una verdadera conciencia de clase, una conciencia proletaria, forman la vanguardia socialista de Venezuela.

En lo concerniente a una verdadera teoría revolucionaria, lógicamente ellos son los más avanzados. Ellos saben lo que es la explotación, la dominación, la discriminación, la violencia y la alienación en el capitalismo. Ellos saben, en definitiva, qué significado tiene la lucha de clases.

En cuanto a esto, Lee ha observado lo siguiente:

“A estos trabajadores no los deberíamos frustrar; no deberíamos reem-plazarlos por fuerzas reaccionarias retrógradas del viejo régimen. La propia categoría, ‘partido revolucionario’, tiene su base analítica, su teoría revolucionaria en el postulado emancipatorio que dice que el socialismo es una ciencia muy complicada y una filosofía muy compleja, la cual no se puede adquirir o dominar colectivamente dentro de pocas semanas o mediante unos simples ‘talleres’ de corta duración.” 9)

Contra todas las caricaturas de socialismo, concluyamos este capítulo haciendo nuestro resumen de la teoría de la revolución de Lenin, que nos informa acerca de cuándo aproximadamente podríamos, por fin, disfrutar del socialismo en el tercer milenio:

“La transformación de la lucha elemental de clases en una revolución obrera tiene por lo tanto unas pre-condiciones cuantitativas y cualitativas importantes: se necesita un gran número de trabajadores progresistas, pero también objetivos revolucionarios bien formulados, un programa socialista transitorio bien definido y dirigido por una nueva lógica, ciencia y filosofía.” 10)

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NOTAS:

1) Zed Press, Londres, 1983, pp. 178-188, Ver también:
http://www.franz-lee.org/files/barongo.html
2) Ibid.
3) Ver:
http://www.franz-lee.org/files/pandemonium00792.html
4) Ibid.
5) Ibid.
6) Karl Marx, Crítica de la ‘Filosofía del Derecho’ de Hegel, traducida por Annette Jolin y
Joseph O’Malley (Cambridge University Press, 1970), p.137.
7)
http://www.aporrea.org/ideologia/a20872.html
8) Ibid.
9) Ibid.
10) Ibid.

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Unidad de Análisis Estratégico/Universidad Socialista del Pueblo (UNIVER-SO), Mérida-Venezuela.
http://e1.f324.mail.yahoo.com/ym/Compose?To=universidadsocialista@gmail.com.
(Manuscrito revisado y traducido del inglés por Jesus Nery Barrios, Mérida, Febrero 2008)

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